martes, 12 de diciembre de 2017

Los alegres jubilados de Banesto: ¡Fuera camisetas!




Con esta enjundiosa frase arrancó el profesor la charla a la que le había invitado la Asociación de Socorros Mutuos de Prejubilados y Jubilados de Banca en su sede madrileña. Su fama de orador había traspasado fronteras autonómicas y tras poco laboriosas negociaciones (coste del billete del AVE) se había plantado en la, diríamos, digna a la par que cochambrosa sede de tan distinguida Asociación.
 A cada uno de los asistentes se les había entregado, a la entrada, una camiseta con el nombre de su antigua entidad que se habían puesto, mal que bien, sobre la ropa de calle. Así las cosas, aquello parecía un arcoíris de colores y un salpicón de anagramas.
- Ustedes me han pedido que les hable de cómo afrontar los nuevos tiempos, sus tiempos de personal no activo. Como comprenderán esta es una actitud individual en la que la predisposición personal tiene mucho que ver; yo diría que es determinante. Miren ustedes, lo primero que vamos a hacer, si me lo permiten, es adoptar la posición de la viuda reciente. Supongo que ustedes no tienen experiencia en viudas pero para eso estoy yo: las señoras, al contrario que los hombres que pasamos de solteros a casados y al otro mundo sin solución de continuidad, las señoras digo, en su mayoría, tienen una condición más que nosotros y esa condición es la de viudas. Las viudas, cuando alcanzan ese estatus, están tristes y desconsoladas, pasan el duelo correspondiente e, indefectiblemente, al cabo de seis meses (mes arriba o abajo) florecen como los geranios en primavera. Son expertas, naturalmente, en sobrevivirnos y presentan una admirable capacidad de resurgimiento. Pasan el estado de duelo con una naturalidad pasmosa y reinician su vida con un vigor y una alegría que deberíamos imitar. Su única licencia, de vez en cuando, es un pronunciado suspiro de añoranza por su pobre Antonio. Muy bien, de eso se trata ahora: de que ustedes pasen, lo más rápido posible esa fase de duelo y asuman que como en todas las facetas de la vida, lo primero es entender y asumir la situación que tienen por delante. Si empiezan ustedes con monsergas de que es una situación injusta y me vienen con la vaina de: ¡Cuánto talento desperdiciado! vamos mal. Nadie mejor que ustedes para entender que esto es una transacción comercial: ustedes, como yo, mal que les pese son, somos, mercancía. En su día decidieron vender sus servicios a quien quiso comprar su talento, su sapiencia, su laboriosidad, sus capacidades comerciales y técnicas. En algún momento decidieron o no, abandonar esas empresas e irse a otras que les ofrecían mejores condiciones económicas o más reconocimiento. Hoy, esa última empresa ha decidido que ya no los necesitan más, por los motivos que sea, no importa. El hecho es que hoy o hace un mes o un año se han desvinculado e inician una nueva actividad. 
Permítanme una reflexión que se me viene a la mente: cuando yo vivía y trabajaba en Madrid, había fines de semana en que salía, como hacen casi todos los que viven y trabajan aquí (qué manía tienen ustedes de salir huyendo a las primeras de cambio). Pues bien, las tardes del domingo, ya de vuelta, al salir del túnel de Guadarrama, la vista de Madrid era sobrecogedora: una llanura tremenda repleta de luces; parecía un horno gigantesco y yo tenía siempre la sensación de ser una parte del combustible de esa caldera, un engranaje de esa inmensa factoría económica. Tenía la sensación de ser la sangre con que seguir alimentando al Leviatán madrileño; a mi lado, todas las tardes, había camiones de mercancías de toda casta y jaez. Camiones de pescado, animales vivos camino del matadero, padres y madres criando a las nuevas generaciones de productores. Combustible con el que alimentar el hormiguero. Pues bien, asuman ustedes que, para su fortuna, el Leviatán los ha vomitado como a Jonás. Ustedes ya no le pertenecen. Se han ganado la libertad. Es muy importante que tengan esto claro. El monstruo a quien vendieron sus servicios, quien se alimentó de sus talentos, de sus sudores y de su afán diario, ha decidido que les paga demasiado para los tiempos que corren. No se ofendan, es así y no tiene vuelta atrás. No se quejen. Les ha dejado arreglados económicamente y ahora ya pueden, al fin, hacer lo que les venga en gana. 
La pregunta es: ¿saben ustedes lo que quieren hacer? Si me dicen que sí me sentiré aliviado. Si, por el contrario, la respuesta sincera es negativa tenemos un problema al que habrá que poner solución urgente. Aún no es momento de buscarla. Hay que lograr la total desvinculación emocional primero. Piensen ustedes una cosa. Ni el banco, ni la empresa, les debe nada ya, ni ustedes le deben nada a quien les pagaba: es una situación muerta, finiquitada. No hay agradecimiento por los servicios prestados. Sus desvelos y preocupaciones han sido suficientemente pagados con sueldo y estatus social. Son ustedes, y lo que hayan sabido labrarse, en términos de prestigio personal, lo que importa. 
Seguramente alguien, una persona habrá tomado la decisión de prescindir de cada uno de ustedes. Demos por supuesto que, como en la película de “El Padrino“, son negocios, nada personal. Si les consuela, tengan por seguro, que ya ha sufrido esa misma situación o la va a sufrir en breve. Algún otro va a pensar que su “ejecutor” está demasiado mayor para el desgaste que los nuevos tiempos precisan o que no domina las nuevas tecnologías o que los mercados y los clientes son distintos y no sabe adaptarse a ellos. No desdeñen la posibilidad de que la razón sea que su jefe se sienta intimidado por tener que mandar a alguien mucho más experto. Da igual, los hechos son los hechos y, como decían los latinos, “contra facta non valent argumenta “(contra los hechos no valen argumentos). Hoy es el día en que su situación ha cambiado y hay que hacerle frente con el mejor ánimo. ¿Tenemos clara la situación? Se acabó. Dejen, poéticamente, que la densa capa del olvido cubra su gloriosa trayectoria profesional…
- ¿Cuántos de ustedes tienen aficiones? Pero aficiones de verdad, no de esas que se ponen para rellenar el currículo. 
El nutrido grupo de veteranos se miró a hurtadillas reconociéndose en la pregunta. 
- Quienes las tengan y las hayan practicado tienen mucho terreno ganado… pero aquellos que no se las hayan buscado necesitan desarrollarlas y con urgencia. Dejen que hable en general y, como decía mi madre cuando nos zurraba con la zapatilla: “yo zurro a todos y que se escape el que pueda…”. La mayor parte de ustedes son unos zopencos (sorpresa y risas generalizadas), sí señores, unos auténticos zopencos que se han pasado la vida creyendo que su SER era el estatus que les daba el Banco: fulanito ES más que yo porque el Banco dice que su puesto es superior al mío. Falso de toda falsedad; ustedes desempeñaban una función y el Banco les pagaba por ello pero, ¿de verdad creen, CREEN, que esa cosa que todos los meses les ingresaba su nómina definía quienes eran cada uno de ustedes? Es posible. Si de verdad es así, más vale que cambien de chip o van a ser unos mentecatos durante todos los años que les queden de vida. 
- A ver, ustedes, los del extinto Banesto que bien conozco. ¿Cuántos de ustedes han estado en Banca Comercial (manos al aire)? ¿Cuántos Directores Generales de Banca Comercial han conocido? (silbidos de admiración). ¡Tantos…¡. ¿Cuántos de ellos eran unos pelotas, acomodaticios, voz de su amo? (algarabía y nombres al viento). ¿A cuántos de ellos les reconocen verdadera autoridad? ¿Cuántos de ellos les han defendido en los malos momentos? ¿Eran, por ventura, seres de sabiduría y cualidades incomparables? ¿De verdad que los reconocen como mejores profesionales o más inteligentes y cultos que ustedes? Está claro, señores, ni en ese ni en otro Banco, ni Empresa, el estatus organizacional define más que una situación interesada y puntual. Ustedes son mucho más que lo que diga una tarjeta de visita. Antonio Machado era “sólo“ profesor de Instituto e hijo de un empleado de la Casa de Alba, Cervantes recaudador de impuestos, Kafka trabajó en seguros… ¿Eran ellos inferiores a quienes les pagaban? Posiblemente ustedes se han pasado la vida mediatizados por unos tipos que no eran más que otros siervos de la organización y, claro, también ustedes habrán mediatizado a otros… pero lo importante de todo esto es que ustedes SON QUIENES SON INDEPENDIENTEMENTE DE LO QUE HAYAN SIDO PROFESIONALMENTE. Eso ya se acabó y es hora de que SEAN quienes realmente SON o quieren SER. Este es el momento de iniciar una nueva etapa, por fin libre de obligaciones y subordinaciones. Ya se han ganado la vida; ahora ¡GÁNENSE A SÍ MISMOS!
¡Ahora FUERA CAMISETAS!, enfatizó Mollinedo. Métanlas dentro de ese armario, con respeto y cariño por los buenos tiempos pasados. Cierre el candado, dijo al último de ellos y deme la llave. Esta llave se irá conmigo a Sevilla y la tiraré al Guadalquivir. Ese “Armario de los Recuerdos” será eso a partir de ahora: Un recuerdo.
Mollinedo, como los buenos toreros, se venía arriba, inspirado.
-Señores es hora de construir el primer día del júbilo.
-Vamos a ver, como a mí me gusta mucho dar recetas voy a empezar por lo primero y más importante: el que ustedes no tengan que ir a trabajar no significa que estén fuera del mundo; el mundo rueda y ustedes ruedan con él; nada de quedarse en la cama más allá de lo razonable. Si están acostumbrados a levantarse pronto síganlo haciendo, no dejen que la vida empiece con ustedes adormecidos; la gente está yendo a sus quehaceres habituales y ustedes también tienen muchas cosas que hacer, no sean camastrones y pónganse en marcha como cada día, incorpórense a la vida como siempre. Todos esos que van a su trabajo llevan unas dosis de stress, de preocupación, de frustración por hacer cosas que los les gustan de las que ustedes ya están libres. Tienen todo el día para hacer exactamente eso por lo que llevan años suspirando y que hasta ahora no han podido hacer… y con ésto enlazo con algo que me da mucha risa. 
Me da risa pero también me preocupa porque yo, aunque no les conozco mucho, ya siento afecto por ustedes y quiero que tengan una larga y saludable vida. En la banca, una de las cualidades más apreciadas es la de tener sentido común y, si eso es así, ¿por qué se empeñan en actuar, a veces, como si no lo tuvieran? Efectivamente, como todos ustedes están pensando me refiero al deporte. Años y años lamentándose de no tener tiempo para realizar una actividad deportiva satisfactoria y cuando se jubilan se lo quieren comer todo de golpe. Pasados de peso y faltos de forma física, nos lanzamos; yo también, señores, a la primera tienda de ropa deportiva y nos equipamos como pinceles barrigones que da gusto vernos, solo el sentido del ridículo evita que nos compremos hasta una cinta para el pelo estando ya medio calvos.
El deporte es muy peligroso, no solo para la salud sino también para la estabilidad emocional. Hay gente que al cabo de unos meses de dejar el trabajo se pasa el día hablando de cómo eliminar el ácido láctico de los músculos como si fueran expertos atletas. Estos mismos o similares son los que después de unas semanas sufren desgarros musculares, arrancamientos del tendón de Aquiles y barbaridades semejantes; eso por no hablar de cuántos de nosotros nos ponemos a correr y parece que vamos a morirnos en cualquier momento: desencajados, exhaustos, exhalando el último aliento para conseguir nadie sabe qué.
Tengamos un poco de sentido común, hagan ustedes deporte pero sean conscientes de que la moderación va a resultar mucho más efectiva que los atracones deportivos. Jamás, óiganme, ¡jamás! ni hagan lo que hagan, van a recuperar el cuerpo de los 30 años. Eso se acabó porque la naturaleza ha seguido su curso y los tiempos idos no se recuperan. Confórmense con estar muy bien “para su edad” y déjense de monsergas o ¿es que quieren tener que pasar por el quirófano antes de tiempo para implantarles una prótesis de rodilla o de cadera?
Hay algo que, además de animarles a que se conserven físicamente bien, me parece fundamental. De las veinticuatro horas del día sólo van a poder dedicar un par de ellas como máximo y sin forzarse al deporte. Dediquen mucho, mucho tiempo a seguirse cultivando espiritualmente, no me meto en las creencias religiosas de cada uno, simplemente que han tenido hasta ahora poco tiempo para leer y pensar en la vida; han estado demasiado ocupados todos estos años en conseguir una buena situación económica para su familia, en crearla y sacarla adelante y posiblemente, ya con sus hijos mayores, sea el momento de prestarse un poco más de atención a sí mismos. Ustedes son importantes, no son sólo proveedores materiales; tienen la obligación de seguir avanzando en su propio proyecto vital, de seguir formándose. Hay tantísimos libros que no hemos leído y que nunca vamos a poder leer que deberíamos seleccionar bien los verdaderamente Buenos y no dejar pasar más tiempo sin acometer esta empresa. Al igual que mejorará nuestra forma física con el ejercicio bien hecho conseguiremos aún mejores resultados cultivando la parte espiritual porque, al contrario que con el físico, la parte intelectual no está limitada por la edad. Les aseguro que entre su experiencia y la mejora constante de la formación serán ustedes, cada día, más sabios y mejores personas. Ya no tienen que competir con nadie, están ustedes solos consigo mismos y su reto es la mejora continua de sus propias fortalezas.
-¿Han pensado en ponerse a escribir? No les digo que descubran una creatividad para la que no todo el mundo está dotado, me refiero a escribir por escribir… tienen tras de sí una larga experiencia vital digna de ser contada. No les digo que piensen en publicar, les digo que vuelquen esa experiencia en un texto que recoja sus reflexiones, que pueda ser aprovechada por sus propios hijos o por personas interesadas en el punto de vista de un experto en la vida. Ustedes ya lo son. No dejen que se pierda. Llegados estos momentos es inevitable echar la vista atrás y es una buena manera de reflexionar. Es sorprendente, cómo la mente tiende a registrar las experiencias más positivas, las que aportan y desecha por inútiles la mayoría de aquellas que solo supusieron sufrimiento y negatividad. Indudablemente la memoria es selectiva y no estamos hechos para sufrir. Están ustedes en la fase de la Autorrealización de la Pirámide de Maslow, afortunados ustedes que están disfrutando de la parte más elevada de la escala, cuando las necesidades ya están cubiertas, tienen reconocimiento social y se han quedado solos con ustedes mismos desde el punto de vista intelectual.
¿Ven ustedes como estamos en la parte afortunada de la vida? Conozco personas, varias, que han empezado carreras universitarias cuyo estudio les reporta enorme satisfacción: Historia, Arte, Psicología, las carreras que cuando éramos jóvenes desechamos porque no cubrían nuestras expectativas de empleabilidad pero que ahora nos dan otra perspectiva de la vida. Curiosamente nos sentimos gratificados con el saber por saber; aunque esto no sea evaluable desde el punto de vista económico. Es útil y evaluable desde el punto de vista emocional. ¡Qué interesante estudiar por la pura satisfacción de saber…! Quiero decirles que estas personas, sin excepción, son magníficos estudiantes y un ejemplo para sus compañeros cuarenta años más jóvenes.
- ¡Error!, craso error el mantenerse dentro del circulo de ex compañeros del Banco. Al igual que esa institución pasó a la historia, la mayoría de las personas que convivieron con ustedes también. No digo que se aíslen del todo, digo que durante un tiempo hay que cortar cualquier relación con ellos. Corten hasta que hayan construido sus propias rutinas individuales, hasta que hayan establecido su marco de relación consigo mismos. Ese es el momento de ir, poco a poco, restableciendo las actividades colectivas, si es que les interesa hacerlo. Al fin y al cabo son personas con las que tenían que convivir de manera “interesada “pero que no, forzosamente, tenían que ser sus amigos. Mantengan las relaciones que les aporten, que les interesen a nivel personal pero sabiendo que no están obligados a nada ni hay ningún provecho que sacar. Eso murió. El único interés es el que puede tener un amigo con otro.
¡Ah¡ y no se olviden que ya nadie es más que nadie porque eso también murió.
Vamos a ir terminando y quiero referirme a un aspecto que me gustaría enfatizar: si en esas reuniones sólo se habla de tiempos pasados y anécdotas repetidas olvídense de ellas. Déjenlas para los que se hayan quedado en la nostalgia y no hayan seguido avanzando. Se aburrirán enseguida porque además, si observan, esas anécdotas están desvirtuadas: nadie le cantó las cuarenta a tal Director General ni fue efusivamente felicitado por tal o cual: el ser humano tiene una capacidad innata para modificar la realidad a su conveniencia y se autoengaña convirtiendo los fracasos en éxitos y fingiendo haber contestado en el acto, ingeniosamente, a cualquier bordería cuando, en realidad, esa pretendida contestación es lo que le gustaría haber dicho y nunca dijo.
Así que les felicito por haber llegado hasta aquí tan estupendamente, éste es su momento, cuídense tanto en lo físico como en lo intelectual. Por fin están ustedes consigo mismos, hagan cosas, piensen reflexionen, hagan lo que les de la gana y, sobre todo, no se pongan pelmazos con los tiempos pasados que SIEMPRE HAN SIDO PEORES.
Ahora sí que verdaderamente el FUTURO ES SUYO.
Dicho esto, Mollinedo , miró enternecido a su auditorio y les abrazó con el pensamiento.

 Benigno Santiño, director de Desarrollo de Negocio y Relaciones Institucionales.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía