Artículo ABC del 01.10.2.002 :
Un gran profesional de la banca
Don Pablo de Garnica y Mansi :
El segundo Pablo Garnica que falleció ayer, sobre el que escribo a vuela pluma, sin archivo a mano, había nacido en la primera década del pasado siglo y llegó a la banca desde la primera juventud, para ser bancario de por vida. Recorrió todos los grados del escalafón y no le gustó otro oficio. A misa por la mañana a primera hora y luego al banco. Comer en casa, volver al banco y el resto con la familia. Pocas distracciones más, caza los fines de semana y contados amigos, que luego piden crédito y pierdes el amigo y el crédito.
Durante muchos años fue administrador, director general y consejero delegado de Banesto. Finalmente ocupó el despacho de presidente, pero su caracter no era para un cargo que conlleva demasiada política y demasiados matices. A él le gustaba ir al grano y no perder el tiempo. A Pablo Garnica le iba el fogón del banco, el balance y el riesgo; conocía a cada director, a cada apoderado, se carteaba con ellos, les reclamaba los detalles, la pérdida de un cliente o un crédito mal documentado o mal olido, o un interés excesivo por pagar más intereses de los suficientes para lograr el depósito o por cobrar menos de lo que soportaba el deudor. Recibía a los directores sin mirarles a la cara, se los sabía de memoria y ordenaba como si fuera lo natural. No gustaba gastar un duro más de lo necesario y aun así prefería que se hiciera mañana a ayer. Si utilizaba coche era el suyo propio, el del banco sólo era para incidencias. Por todo eso, por el rigor y el buen oficio, Banesto atesoró patrimonio y rentabilidad.
Garnica y Banesto parecían sinónimos desde los años treinta a los ochenta. Tanto que se les paró el reloj. Falló el relevo y la generación que encabezó este Garnica se pasó de tiempo, se perpetuó más de lo debido. Cuando el Bilbao, un banco menor para él, formuló su OPA hostil (que entonces no se estilaba) Garnica, que era el presidente, estaba de viaje en Sevilla, de visita a una hija religiosa.
Garnica y Banesto parecían sinónimos desde los años treinta a los ochenta. Tanto que se les paró el reloj. Falló el relevo y la generación que encabezó este Garnica se pasó de tiempo, se perpetuó más de lo debido. Cuando el Bilbao, un banco menor para él, formuló su OPA hostil (que entonces no se estilaba) Garnica, que era el presidente, estaba de viaje en Sevilla, de visita a una hija religiosa.
Asiaín no le encontró y no tuvo paciencia, habló con otro y Garnica se sintió desdeñado y despedido. Si ambos hubieran hablado con calma y con cariño la historia de la banca española podía haber tenido otro guión más feliz. Pablo Garnica merece el mayor de los respetos. Fue un profesional honrado, cabal y dedicado como el que más. Fue leal a lo que recibió hasta que los tiempos y las circunstancias le desbordaron. Descanse en paz, lo ha merecido.
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Puestos a subir antologías y recuerdos, me he permitido subir una biografía de Don Pablo de Garnica Echevarría: Perdonar si os parece demasiado extenso.
Pablo Garnica Echevarría (I)
El 28 de diciembre de 1876 nació en Madrid quien estaba llamado a ser uno de los grandes banqueros de la historia española: Pablo Garnica Echevarría1. Sus padres fueron José Garnica Díaz, natural de Mataró (Barcelona), magistrado y catedrático de Derecho Internacional en la Universidad Central, y la navarra Adela Echevarría Bardel.
El joven Garnica siguió los pasos del padre y estudió la carrera de Derecho en la citada Universidad Central y, a renglón seguido, se doctoró. Su brillantez en los estudios le permitió ganar por oposición una plaza de abogado del Estado a los 21 años. Poco después, con 25, ya era diputado a Cortes por Cabuérniga (Santander), sucediendo a su padre en el cargo, lo que confirmaba el liderazgo del Partido Liberal (el de ambos) en esa localidad montañesa, cuando era el Partido Conservador el que dominaba en la provincia.
Garnica fue secretario del Congreso y director general de lo Contencioso; después pasó a ser fiscal del Tribunal Supremo y subsecretario de Hacienda. Durante la Primera Guerra Mundial, Garnica recibió el encargo de llegar a un acuerdo con representantes de Francia y Estados Unidos para preparar la posguerra. La feliz resolución de este asunto le valió la concesión de la Cruz de Gran Oficial de la Legión de Honor. Desde entonces, representó a España en varias conferencias internacionales, destacando la de Génova de 1921 y las de la Sociedad de Naciones. En 1918 fue ministro de Hacienda interino durante la ausencia del titular, así como ministro de Abastecimientos durante algo menos de un mes; luego, entre diciembre de 1919 y mayo de 1920 desempeñaría la cartera de Gracia y Justicia.
Su primer contacto con el Banco Español de Crédito (Banesto) tuvo lugar en marzo de 1918, cuando fue nombrado censor, cargo que solía servir como preparación para ocupar después plaza en el Consejo. Así ocurrió con Garnica que, en junio de 1919, accedió al órgano de administración del banco al cubrir la vacante ocasionada por el fallecimiento del conde de Agüera. Al llegar la Dictadura del general Primo de Rivera, los hombres vinculados a los partidos de la Restauración abandonaron la política. Así lo hizo Garnica que encontró nueva ocupación cuando, el 18 de diciembre de 1923, el Consejo de Banesto le nombró administrador delegado, con amplias funciones que incluían las del dimitido director general. Garnica no quiso percibir sueldo alguno, pero se puso al frente de una poderosa Comisión Ejecutiva por lo que se llevaría el 30 por 100 de los beneficios atribuidos al Consejo.
Banesto era entonces una entidad con una cuota de mercado del 7 por 100, similar a la del Banco Central, el Banco de Vizcaya o el Banco Urquijo, muy por debajo del casi 22 por 100 que ostentaba el Banco Hispano Americano o del 12 por 100 del Banco de Bilbao. Su presidente desde 1917 era José Gómez-Acebo Cortina, tercer marqués de Cortina, que había sucedido a Manuel García Prieto, primer marqués de Alhucemas. Tanto Cortina como Alhucemas desarrollaron una intensa actividad política en las filas del Partido Liberal, lo que ayuda a explicar la elevación de su correligionario Garnica al máximo poder ejecutivo a finales de 1923. En la Junta de 18 de noviembre de 1924, los accionistas aceptaron que Cortina quedase en un segundo plano, tanto por razones de edad (al mes siguiente cumpliría 64 años) como por haber pasado el mes de enero confinado en Fuerteventura por orden del dictador, al haberse publicado en una revista de su propiedad un artículo contrario a la creación de un nuevo impuesto destinado a cubrir las pérdidas ocasionadas a los navieros por requisas efectuadas durante la Primera Guerra Mundial. En el artículo se decía que la intervención pública no tenía sentido porque esas pérdidas se compensaban ampliamente con los beneficios obtenidos por los navieros en sus operaciones durante la coyuntura bélica.
Fiel a los principios del Partido Liberal, Garnica se mostraría siempre partidario de limitar la intervención del Estado en economía y de no ceder ante las presiones sindicales que se habían redoblado en los años inflacionistas de la Gran Guerra. En las huelgas bancarias de 1920-1923, Banesto sería la entidad más opuesta a aceptar fórmulas de negociación colectiva. Cortina llegó a decir, en julio de 1923, que si persistían las presiones Banesto dejaría de ser un banco comercial para volver a ser un “banco de negocios”, sin sucursales y con escasa plantilla, como en sus orígenes (había sido fundado en 1902 por impulso de Paribas con ese carácter). La decepción fue mayúscula cuando, a finales de 1926, el Gobierno de Primo de Rivera aceptó finalmente que las relaciones laborales fueran encauzadas a través de la negociación colectiva.
El ministro de Hacienda de la Dictadura, José Calvo Sotelo, consolidó el modelo económico proteccionista, intervencionista y nacionalista que había sido impulsado por líderes del Partido Conservador como Antonio Cánovas o Antonio Maura (mentor de Calvo Sotelo). Curiosamente, el más beneficiado entre los grandes bancos por ese modelo fue Banesto, una entidad dirigida por hombres del Partido Liberal que siempre se había mostrado reticente a su aplicación. Al proclamarse la Segunda República, en abril de 1931, Banesto era la única entidad que amenazaba el liderazgo del Banco Hispano Americano. ¿Qué había ocurrido? Pues que Banesto había sido refundado en 1927 como entidad completamente española, rompiendo con su sometimiento de origen a Paribas y sus aventuras internacionales, y estaba concentrando sus inversiones en grandes empresas muy beneficiadas por las políticas económicas del momento. Además, cuatro entidades habían sido absorbidas: Banco Comercial Español (Valencia) (1927), Banco de Burgos (1928-1929), Banco de Oviedo (1929) y Banco di Roma (España) (1930), a las que se añadiría el Banco Gijonés de Crédito (1932) en tiempos republicanos.
La colaboración de Banesto con la Dictadura siempre fue crítica, a diferencia de lo que ocurrió en los casos del Banco de Cataluña o el Banco Central, lo que puso en aprietos a estas entidades cuando se proclamó la República. En diciembre de 1932, falleció Cortina y Garnica asumió la Presidencia. Una de sus primeras decisiones fue nombrar director general a Epifanio Ridruejo Botija, un banquero soriano bien relacionado con las nuevas autoridades. En 1934, la cuota de mercado de Banesto ya superaba el 17 por 100, acercándose al 23 por 100 del Hispano. El otro gran banco madrileño, el Banco Central, se hizo entonces con la red de sucursales del Banco Español del Río de la Plata (su emblemático edificio en la calle Alcalá de Madrid acogería la nueva sede social) y del Banco Hispano Colonial (que volvía a sus orígenes de banco de negocios). A Garnica le pareció un movimiento muy arriesgado, al que no quiso dar respuesta. El conservadurismo financiero de Garnica era proverbial y estaba viniendo bien para afrontar la crisis de los años Treinta: a diferencia de las otras grandes entidades, Banesto no necesitó crear un fondo de fluctuación de valores con que eludir la repercusión inmediata en los beneficios de las pérdidas bursátiles.
El estallido de la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, constituyó un suceso inesperado para Banesto. La mejor prueba de ello es que a Garnica le sorprendió veraneando en Noja (Santander), siendo su primera reacción huir a Francia. Pero el 21 de octubre ya estaba en el Consejo de Banesto que se celebró en Burgos (Ridruejo no consiguió salir de Madrid hasta finales de marzo de 1937). En el transcurso de la guerra, Garnica perdería en 1937 a su hija Ana María, asesinada junto a su marido a pesar de estar embarazada en Las Arenas (Guecho), y en 1938 a su hijo José, caído como alférez en el frente de Ciempozuelos. Ana María y José eran dos de los seis hijos que tuvo Garnica con Rosario Mansi González-Tablas. El retablo mayor de la iglesia parroquial de Alcaudete de la Jara (Toledo), destruido durante la guerra, sería reconstruido por la familia Garnica Mansi introduciendo variaciones para que figuraran en hornacinas los temas “Santa Ana y la Niña María” y “San José con el Niño” en recuerdo de los hijos fallecidos. La relación con Alcaudete venía por la familia de la esposa de Garnica.
De los cuatro hijos que sobrevivieron a la guerra, las mujeres (Rosario y Teresa) realizaron buenos matrimonios (con Luis Díez del Corral y Francisco Javier Martínez de Irujo, respectivamente), mientras que los varones (el abogado y economista Pablo y el ingeniero de minas Gabriel) encontrarían acomodo en Banesto y sus filiales. Pablo Garnica Echevarría siempre quiso tener cerca a su hijo Pablo Garnica Mansi y, en noviembre de 1932, le había incorporado a la Inspección para que aprendiese el oficio desde abajo. Hasta 1947 no pasaría a ser director general adjunto, siendo elevado al cargo de director general en 1952. Cuando Epifanio Ridruejo fue nombrado subgobernador del Banco de España le sustituyó como administrador delegado (lo era desde 1942, cuando Garnica decidió separar ese cargo del de presidente), pero hasta 1964 no fue confirmado en el cargo.
1 El perfil está basado en el texto inédito Banco Español de Crédito, 1902-2013. Más de un siglo de servicio a la economía española, escrito por el autor en 2013. Al final, se ofrece una bibliografía complementaria.
BIBLIOGRAFÍA
GARCÍA RUIZ, José Luis (2013), Banco Español de Crédito, 1902-2013. Más de un siglo de servicio a la economía española, texto inédito.
MARTÍN ACEÑA, Pablo (2012), “The Spanish Banking System from 1900 to 1975”, en José Luis Malo de Molina y Pablo Martín Aceña (eds.), The Spanish Financial System. Growth and Development since 1900, Basingstoke y Nueva York, Palgrave Macmillan.
MUÑOZ, Juan (1969), El poder de la banca en España, Algorta, Zero.
PONS, Mª Ángeles (2001), “Banca e industria en España, 1939-1985: la influencia de la banca universal en el crecimiento económico”, Revista de Historia Industrial, 19-20, pp. 249-274.
PONS, Mª Ángeles (2002), Regulating Spanish Banking, 1939-1975, Aldershot, Ashgate.
PUEYO, Javier (2003), “Oligopolio y competencia en la banca española del siglo XX: concentración económica y movilidad intra-industrial, 1922-1995”, Revista de Historia Económica, 1, pp. 147-195.
PUEYO, Javier (2006), El comportamiento de la gran banca en España, 1921-1974, Madrid, Banco de España, Estudios de Historia Económica, 48.
RUBIO, Ángeles (2000), “Pablo de Garnica Echevarría (1876-1959)”, en Eugenio Torres (dir.), Los 100 empresarios españoles del siglo XX, Madrid, LID, pp. 245-249.
TEDDE, Pedro (2001), “El sistema financiero en la España del siglo XX”, en Antonio Morales (dir.), Las claves de la España del siglo XX, Vol. 7, pp. 141-184.
TORTELLA, Gabriel y GARCÍA RUIZ, José Luis (2013), Spanish Money and Banking. A History, Basingstoke y Nueva York, Palgrave Macmillan.
VALDALISO, Jesús María (2004), “Grupos empresariales y relaciones banca-industria en España durante el franquismo: una aproximación microeconómica”, Información Comercial Española, 812, pp. 163-178.
GARCÍA RUIZ, José Luis (2013), Banco Español de Crédito, 1902-2013. Más de un siglo de servicio a la economía española, texto inédito.
MARTÍN ACEÑA, Pablo (2012), “The Spanish Banking System from 1900 to 1975”, en José Luis Malo de Molina y Pablo Martín Aceña (eds.), The Spanish Financial System. Growth and Development since 1900, Basingstoke y Nueva York, Palgrave Macmillan.
MUÑOZ, Juan (1969), El poder de la banca en España, Algorta, Zero.
PONS, Mª Ángeles (2001), “Banca e industria en España, 1939-1985: la influencia de la banca universal en el crecimiento económico”, Revista de Historia Industrial, 19-20, pp. 249-274.
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PUEYO, Javier (2003), “Oligopolio y competencia en la banca española del siglo XX: concentración económica y movilidad intra-industrial, 1922-1995”, Revista de Historia Económica, 1, pp. 147-195.
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RUBIO, Ángeles (2000), “Pablo de Garnica Echevarría (1876-1959)”, en Eugenio Torres (dir.), Los 100 empresarios españoles del siglo XX, Madrid, LID, pp. 245-249.
TEDDE, Pedro (2001), “El sistema financiero en la España del siglo XX”, en Antonio Morales (dir.), Las claves de la España del siglo XX, Vol. 7, pp. 141-184.
TORTELLA, Gabriel y GARCÍA RUIZ, José Luis (2013), Spanish Money and Banking. A History, Basingstoke y Nueva York, Palgrave Macmillan.
VALDALISO, Jesús María (2004), “Grupos empresariales y relaciones banca-industria en España durante el franquismo: una aproximación microeconómica”, Información Comercial Española, 812, pp. 163-178.
José Luis García Ruiz (Profesor Titular de Historia Económica de la Universidad Complutense de Madrid)
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Otro Artículo en Cinco días :
Obituario
Fallece Pablo Garnica, ex presidente del Español de Crédito
El presidente del Banco Español de Crédito entre 1983 y 1987, Pablo Garnica, falleció el domingo por la noche en su domicilio y fue enterrado ayer en el pueblo donde nació hace 93 años, Alcaudete de la Jara (Toledo). Licenciado en Derecho, profesor mercantil y censor jurado de cuentas, su vida profesional estuvo ligada siempre a la banca.
Era presidente de honor vitalicio de Banesto desde 1987, banco en el que ingresó en 1932 y desarrolló la mayor parte de su carrera. No en vano debía este puesto honorífico a los 55 años que dedicó a esta entidad.
En 1952 fue nombrado director general y en 1964 fue designado para ocupar el puesto de administrador delegado. En 1970 pasó a vicepresidente y consejero delegado y el 1 de diciembre de 1983 sustituyó al frente de la presidencia a José María Aguirre Gonzalo. En noviembre de 1986 fue reelegido en el cargo, en el que permaneció hasta 1987, cuando lo abandonó durante el proceso frustrado de fusión con el Banco Central. Entonces fue sustituido por Mario Conde.
Pablo Garnica pertenecía a una de las familias tradicionales de la banca española y era uno de los ejecutivos clásicos del sector. Su padre ya fue director general del Banco Español de Crédito.
Pero además fue vicepresidente de la Compañía Nacional Telefónica de España (CTNE), cargo para el que fue nombrado el 4 de marzo de 1981, después de haber sido consejero delegado de la empresa. Además, formó parte de los consejos de administración de otras empresas importantes como La Unión y el Fénix, Seguros Reunidos, el Águila y Petróleos del Mediterráneo.
También fue presidente de La Valenciana de Cementos Portland, de Hidroeléctrica Española y de Bandesco. Entre enero y junio de 1990, dejó gran parte de los puestos en los consejos de administración en los que representaba a Banesto, como Hidroeléctrica Española, Telefónica, Bandesco, La Unión y el Fénix o Petromed (junio 1991).
Pablo Garnica estaba casado con Pilar Gutiérrez Pombo y tenía 13 hijos.
El País :
Fallece a los 93 años Pablo Garnica, el presidente de Banesto al que relevó Conde
Madrid
Pablo Garnica Mansi, uno de los máximos representantes de las familias tradicionales que controlaron Banesto, ha fallecido a la edad de 93 años. Nacido en 1909, licenciado en Derecho, profesor mercantil y censor jurado de cuentas, dedicó toda su vida laboral al Banco Español de Crédito. Comenzó a trabajar en la entidad en 1932, después de aprender el negocio bancario en París y Londres. Veinte años después fue nombrado director general y en el año 1964 administrador delegado, para llegar a vicepresidente y consejero delegado seis años después. Creció profesionalmente como segundo de José María Aguirre Gonzalo, el presidente más carismático que ha contado la entidad en las últimas décadas. Garnica Mansi accedió a la presidencia de Banesto en el año 1983 con la crisis bancaria española en pleno auge y en un momento en el que el Banco de España se mostraba cada vez más exigente con la solvencia del sistema financiero. Hacía poco menos de un año que se había intervenido Rumasa y las medidas liberalizadoras para hacer hueco a la banca extranjera dificultaban la labor bancaria. Banesto era el primer banco español por activos.
En el mes de noviembre de 1987 debe hacer frente a la oferta pública de adquisición (OPA) hostil presentada con el Banco de Bilbao, que no logra superar y que termina por relevarle de la presidencia de la entidad en favor de Mario Conde, un abogado del Estado emergente que había aterrizado en el banco dos meses antes tras comprar un paquete de acciones junto a Juan Abelló.
Garnica Mansi, que junto con la familia Argüelles y los Figaredo, dirigieron durante varias décadas un banco con una clara vocación industrial, dejó el banco obligado por los acontecimientos y con grietas en el consejo de administración. Admirado por el sector por su tesón y dedicación al banco y criticado por su falta de personalidad, Garnica Mansi defendía la participación de la banca en las grandes empresas y de hecho contaba con el primer grupo de participadas de España. Casado con Pilar Gutiérrez Pombo y padre de 13 hijos, formó parte de los consejos de administración de las primeras empresas españolas y su relevo en el banco como consejero lo tomó su hijo Pablo Garnica Gutiérrez hasta que también fue cesado por Mario Conde
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Pablo Garnica Mansi - Educación Financiera para Mortales
www.finanzasparamortales.es/pablo-garnica-mansi/
(Alcaudete de la Jara, Toledo 1909 – Madrid 2002)
Pablo Garnica Mansi, el penúltimo de la saga de los Garnica en el Banco Español de Crédito, llegó al banco en 1932, año en que su padre, Pablo Garnica Echevarría, había sucedido al marqués de Cortina como presidente de la entidad. Licenciado en Derecho, Profesor Mercantil y Censor Jurado de Cuentas, acababa de volver de París y Londres, en donde había hecho dos breves estancias para aprender el negocio bancario. Veinte años después, fue nombrado director general; en 1964, administrador delegado, en la terminología que todavía conservaba el banco por sus orígenes franceses; y en 1983, presidente, cargo que se vería obligado a dejar cinco años después en medio de una grave crisis de la entidad.
Bajo la presidencia de su padre, sobre todo tras la Orden Ministerial de 17 de mayo de 1940 que estableció el statu quo bancario, el Banco Español de Crédito vivió los mejores años de su vida, con una agresiva política de absorciones bancarias, inversiones industriales y apertura de nuevas sucursales. En tan sólo veinte años, entre 1940 y 1959, consiguió integrar a una veintena de pequeños bancos, elevar el número de sucursales a más de 500, aumentar el capital social desde 51 a 639 millones de pesetas y obtener unos beneficios de 501 millones de pesetas. Y desde su puesto de director general, Pablo Garnica Mansi participó en todos estos éxitos.
En los primeros años de la presidencia de Gómez Acebo, marqués de Deleitosa, iniciada en 1959, la ordenación bancaria española experimentó un cambio radical. La Ley de Bases de Ordenación del Crédito y de la Banca, de 14 de abril de 1962, supuso un alejamiento de los principios que habían inspirado el statu quo y el tránsito del modelo de banca mixta al de especialización bancaria. Como reacción a estos cambios, en agosto de 1963, el Banco Español de Crédito, conjuntamente con el Banco Guipuzcoano, creó el Banco de Desarrollo Económico Español, un banco industrial y de negocios, y a partir de 1966, comenzó a constituir las llamadas isas, sociedades de inversión mobiliaria en las que en los años siguientes fueron recalando las participaciones industriales del banco. Pablo Garnica Mansi, que había sido nombrado administrador delegado en 1964, tenía para entonces las riendas del banco y de toda su cartera industrial, que incluía más de 270 grandes empresas, entre ellas Asland, Agromán, Hidroeléctrica Española, Asturiana de Zinc, Babcock Wilcox, Esso Petróleos, Aiscondel, Cross, Carburos Metálicos, La Unión y el Fénix Español y Duro Felguera.
Cuando en 1970 Gómez Acebo dejó la presidencia a José María Aguirre Gonzalo, el Banco Español de Crédito seguía siendo el mayor banco del país, con un capital social de 7.239,8 millones de pesetas, unos beneficios de 2.400,6 millones y unos recursos ajenos de más de 170.000 millones. El nuevo presidente, creador del nombre comercial de Banesto con el que sería conocido a partir de entonces, dejó toda la gestión en manos de Garnica, limitándose él a ejercer como gran gurú de la economía española y como cabeza visible de los siete grandes bancos españoles.
Con la crisis económica de la segunda mitad de los setenta, iban a llegar, sin embargo, malos tiempos para todos y muy especialmente para Banesto. El primer gran contratiempo en que se vio involucrado fue la compra del Banco Coca, que se planteó para recuperar el primer lugar del ranking bancario español, que había perdido tras la compra del Banco Ibérico por el Banco Central, que le venía pisando los talones. En apenas quince días de negociación, en diciembre de 1977, se cerró la operación mediante un canje de acciones, que hizo a los Coca dueños de casi el 9 por 100 del capital social de Banesto, un porcentaje superior al que estaba en poder de todo el Consejo de Administración. Pablo Garnica había advertido de que se encontraría algún pequeño “gatuperio”, pero no previó lo que realmente se encontró en él. Aunque quiso dar marcha atrás al conocerlo, el gobernador del Banco de España, José María López de Letona, no se lo permitió y la operación costó a Banesto entre 50.000 y 70.000 millones de pesetas.
El fiasco del Banco de Madrid no sería menor. Fue Claudio Boada, vinculado a este banco desde su cese como presidente del INI, quien le convenció de que entrara en su accionariado. El acuerdo se cerró también rápidamente, en abril de 1978, mediante un intercambio de acciones por el que Banesto adquiría el 17% del capital del Banco de Madrid, a cambio de un 3,5% de sus propias acciones, una cifra en torno a los 650 millones de pesetas, que en principio parecía asumible en relación con sus más de 57.000 millones de pesetas de recursos propios. Sin embargo, tan pronto como Pablo Garnica Gutiérrez, hijo de Garnica Mansi, se sentó en el consejo del Banco de Madrid, se dio cuenta inmediatamente de que Banesto debía salir de allí. Cuando quiso hacerlo, el gobernador del Banco de España, entonces Álvarez Rendueles, le obligó de nuevo a continuar, imponiéndole además en el Consejo de Administración a un hombre de su confianza, José María López de Letona. El resultado final de la operación fue que, aparte de tener que comprar el 80% del capital social, Banesto tuvo que emplear más de 70.000 millones de pesetas en su saneamiento.
Estos dos graves errores terminaron resquebrajando la unidad de las familias tradicionales en el consejo del banco y obligaron al relevo del presidente Aguirre Gonzalo, que fue sustituido en 1984 por Pablo Garnica Mansi, para entonces con más de 75 años de edad. En ese momento continuaron acompañándole todavía en el consejo todos los apellidos históricos del banco y, como era también tradición, algunos conspicuos políticos, ahora franquistas, como Federico Silva Muñoz y Gregorio López Bravo.
Dos años después, cuando los problemas del Coca y del Madrid parecían encauzados y la economía española en recuperación, surgirían, sin embargo, dos nuevos graves problemas, ahora no debidos ya a aventuras de liderazgo o a la crisis industrial, sino relacionados con asuntos puramente internos que pusieron de manifiesto las graves deficiencias de gestión que arrastraba el banco desde hacía tiempo. Fueron el llamado caso Agromán, la empresa fundada por quien acababa de dejar la presidencia, Aguirre Gonzalo, en la que el banco no tenía una participación accionarial significativa pero a la que se le habían concedido créditos incobrables por más de 40.000 millones, y el caso Garriga Nogués, el banco filial catalán de Banesto, en el que apareció un agujero de 73.814 millones de pesetas.
A causa de todo ello, la situación patrimonial de Banesto comenzó a ser muy preocupante y en abril de 1986 el Banco de España, siendo gobernador Mariano Rubio, decidió imponer a López de Letona como vicepresidente y administrador delegado, no sin grandes reticencias por parte del consejo, particularmente de Pablo Garnica, que veía en ello una muestra más del acoso al que, según él, venía siendo sometido el banco desde hacía algún tiempo. La batalla larvada que se vivió en el consejo a partir de entonces afloró definitivamente cuando López de Letona optó por un saneamiento rápido del grupo, lo que significaba, además de tener que hacer frente a más de 200.000 millones de pesetas de potenciales pérdidas, señalar directamente a los responsables del desastre. Tal decisión aceleró la grave crisis del banco y lo puso, no ya en el punto de mira del Banco de España, donde estaba desde antes, sino en el de inversores privados, que comenzaron a ver la posibilidad de acceder a una fortaleza que parecía históricamente inexpugnable y reservada a unas cuantas familias que copaban el Consejo de Administración con apenas el 3% de su capital social.
Con esta decisión, la posición de López de Letona ante las familias del banco fue debilitándose a lo largo de 1987, aunque no hasta el punto de que Pablo Garnica considerara evitable su llegada a la presidencia, previamente pactada. Fue él mismo quien fijó definitivamente la fecha de su propia despedida, anunciando que dejaría la presidencia el 12 de diciembre de 1987, fecha en la que se cumplirían exactamente 55 años desde su llegada a la casa.
Entretanto, Juan Abelló y Mario Conde, que a principios de 1987 habían hecho una gran fortuna con la venta de Antibióticos, eran dos de los inversores interesados en Banesto. Después de un rápido goteo de compra de acciones en el mercado y de conseguir que el propio Garnica les vendiera parte de la autocartera del banco, en octubre de 1987 disponían ya de un 3,8% de su capital social y estaban sentados en su Consejo de Administración. Siendo algo imprevisto para los planes de Garnica y Letona, la gran sorpresa, sin embargo, vino cuando el 19 de noviembre de ese mismo año el Banco de Bilbao, apoyado por el Banco de España, presentó una OPA hostil sobre Banesto.
López de Letona, que estaba allí por el Banco de España y para cumplir sus planes, se sintió desautorizado y dimitió, y el consejo, aglutinado todavía en torno a Garnica, se preparó para montar una cerrada defensa frente a lo que consideraba como una nueva agresión. El Banco de Bilbao ofrecía seis acciones nuevas más una vieja de las suyas y 15.000 pesetas en efectivo por cada diez acciones de Banesto, y éste, a través de Petromed, una de las empresas de su grupo, respondió con una oferta limitada al 20% del capital, pagando en metálico 5.000 pesetas por acción, con la que consiguió hacer fracasar la OPA. El gran artífice de la operación había sido Mario Conde y, en reconocimiento, el propio Garnica fue el encargado de conseguir la unanimidad del consejo para que fuera nombrado presidente en su sesión de 16 de diciembre de 1987, en la que don Pablo fue nombrado presidente de honor vitalicio.
En el mismo día en que asumió las funciones de presidente, Conde hizo ya el primer reajuste en el consejo, todavía con la aquiescencia de don Pablo: cesaron como consejeros Jaime Argüelles Armada, Pablo Garnica Mansi, Luis Sela Figaredo, Inocencio Figaredo Sela, José María Sainz de Vicuña, Gabriel Garnica Mansi y Francisco Luzuriaga, aunque las familias se renovaron aún con Jacobo Argüelles, Vicente Figaredo, Juan José Abitúa y Pablo Garnica Gutiérrez; entraron los primeros hombres del nuevo presidente, Enrique Lasarte y Luis Ducasse; y se incorporó un trío de técnicos vinculados al partido socialista en el poder, Juan Belloso, Antonio Torrero y Paulina Beato.
En los meses siguientes, después de que fracasara un improvisado acuerdo de fusión con el Banco Central, no habría ya lugar en el consejo para las familias, que habían jugado un papel equivoco en este proceso, saliendo de él Juan Herrera, Jacobo Argüelles y Pablo Garnica Gutiérrez. Pese a ello, Conde procuró no romper completamente sus lazos con la familia Garnica, once de cuyos miembros ocupaban más de treinta cargos importantes en el grupo, dejando al propio Pablo Garnica y a su hijo Ignacio Garnica Gutiérrez en la presidencia y dirección general de Banco de Desarrollo Económico Español, respectivamente, hasta que en enero de 1990 decidió asumir él mismo la presidencia, manteniendo todavía en su cargo a Ignacio Garnica.
Los nuevos gestores del banco, sin embargo, no pudieron superar los graves problemas que arrastraba, siendo intervenido finalmente por el Banco de España en 1994 y vendido poco después al Banco de Santander. En 2013, Banesto desapareció definitivamente como entidad financiera en una operación de fusión por absorción de su matriz. Pablo Garnica Mansi, casado con Pilar Gutiérrez Pombo y padre de 13 hijos, había muerto en octubre de 2002 y no tuvo que ver el amargo fin del que había sido el banco de su familia, al que había dedicado toda su vida, y el banco más importante de España durante más de medio siglo.
Manuel Martín Rodríguez (Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Granada)
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